En el olivar
tradicional andaluz, que en una gran proporción vegeta en suelos calizos y arcillosos, el potasio (K) es uno de
los elementos que plantea mayores problemas desde el punto de vista de la
nutrición, especialmente en los años de grandes
cosechas y, aún más si cabe, si a la anterior circunstancia se añade una baja
pluviometría anual, agravándose la situación cuando la sequía se prolonga
durante el otoño. Todo ello a pesar de que, en muchos suelos, se encuentre el Potasio
en concentraciones relativamente altas.
Teniendo en
cuenta la dificultad que entraña la corrección de las deficiencias por aplicación
directa del abono K al suelo, incluso a corto plazo en fertiirrigación,
las respuestas productivas pueden tardar varios años en aparecer, pero no por
ello se debe dejar de recomendar esta práctica, en especial en olivares con un
buen nivel productivo.
Hojas con deficiencia en potasio (arriba)
comparadas con hojas de árboles con niveles adecuados (abajo).
Resultados de algunas pruebas
experimentales
El potasio está
implicado en la acumulación de hidratos de carbono y grasas en los frutos, así
como en los procesos de transpiración, en el movimiento de agua en la planta y
en la regulación de la apertura y cierre de las estomas. Ello hace que los
árboles, con deficiencia en potasio, puedan ser más sensibles al frío, a la
sequía y al ataque de hongos, especialmente el repilo.
La mayor demanda
de K se produce a medida que se desarrollan los frutos que acumulan grandes
cantidades de este elemento durante el periodo de maduración de la aceituna,
ocasionando deficiencias temporales de K (figura 1), incluso en suelos relativamente bien provistos de este nutriente.
En Andalucía,
raramente se han encontrado respuestas a corto plazo a la aplicación de K
al suelo en olivares tradicionales de secano. Esta falta de respuesta puede ser
explicada debido al tipo de suelo: gran concentración de calcio en el complejo
de cambio y tipología de arcillas, fundamentalmente. El estrés hídrico y un
estado nutricional deficiente del olivo en este elemento pueden reducir la
absorción foliar de potasio (Restrepo-Díaz y col,2008).
Figura 1: Evolución
del contenido de Potasio en el fruto a lo
largo de la
campaña
Figura 2: Producciones
de aceituna para los diferentes tratamientos
estudiados.
No obstante, en
un trabajo realizado durante ocho años en Córdoba en un olivar intensivo (278
olivos/ha), muy productivo y con riego deficitario (Pastor y col.,2000), se
obtuvo respuesta al abonado foliar con tres fertilizantes potásicos (Nitrato, Sulfato
y Cloruro Potásico) frente a un control no tratado, a pesar de que los árboles presentaban
un estado nutritivo en este elemento superior al referido nivel umbral. La
pluviometría media del periodo estudiado fue de 550 mm y el suelo era profundo
y con contenidos normales de potasio. Se realizaron anualmente cuatro
aplicaciones foliares (7,5 litros de caldo/olivo y aplicación), variando los
porcentajes aplicados de cada fertilizante, de modo que la cantidad de K2O
aportada por olivo al año fuese idéntica en todos los tratamientos (0,345 kg
K2O/olivo y año). Las fechas de aplicación fueron abril, junio, septiembre y
octubre, coincidiendo con las aplicaciones tradicionales contra plagas y
enfermedades del olivar. A nivel productivo, todos los años se observó
respuesta a la fertilización foliar con Potasio (figura 2), independientemente del
tratamiento, frente a los árboles no abonados con un aumento medio de 2.400
kg/ha y año con respecto al control.
En olivar de
regadío (Vega y col. datos no publicados), en un ensayo realizado durante ocho
años en olivar adulto de la variedad Manzanilla con destino a la producción de
aceituna de mesa y a aderezo en verde (recolectada a finales de septiembre), la
aplicación de Potasio mediante fertiirrigación ha mostrado un mejor
comportamiento desde el punto de vista de producción de aceituna que la
fertilización foliar. La aportación media anual en ambos casos fue de 38 UF de
K2O.
Recomendaciones
Por tanto, se
recomienda mantener niveles de K en hoja por encima del umbral adecuado (>
0,8%), ya que la recuperación de los estados de deficiencia severa de potasio
es difícil, especialmente cuando se producen años secos o en suelos en los que:
• El contenido de
Potasio asimilable es bajo.
• El contenido en Carbonato
Cálcico es alto (complejo de cambio saturado de calcio)
• El contenido en arcilla es muy alto y
existe un alto potencial de adsorción, por lo que encontramos una escasa
cantidad de K disponible para ser absorbido por la planta.
Así, es
especialmente importante prestar atención a los años de grandes cosechas, en
los que se producen altas extracciones. En estos casos podría ser muy recomendable
realizar un abonado potásico que permita mantener altos los niveles de K
en hoja, lo que reducirá los riesgos de deficiencias.
Un factor fundamental
a la hora de realizar este tipo de aplicaciones foliares es que deben realizarse
con una cantidad abundante de agua (800-1.200 l/ha para olivares con un buen
desarrollo), de forma que se asegure un completo mojado de la copa del olivo, así
como asegurar que las hojas estén húmedas durante el máximo tiempo posible. El
tamaño de la gota debe permitir que se quede sobre las hojas del olivo la mayor
proporción de caldo aplicado. Igualmente, es importante ajustar las
aplicaciones de modo que una mínima cantidad de caldo vaya a parar al suelo en
el trayecto entre olivos.
La adición de mojantes
a la dosis recomendada por el fabricante, mejora la absorción de Potasio al
disminuir la tensión superficial de la gota y al aumentar la superficie mojada
por cada una de las gotas pulverizadas que entran en contacto con la hoja.
La incorporación
de urea o aminoácidos al caldo de tratamiento mejoran notablemente la absorción
de nutrientes, en especial la de P y K, debido a que aumentan la permeabilidad
de las cutículas de las hojas.
En un trabajo citado por Pastor en 2005, se estudió el efecto de la adición de
urea o aminoácidos en pulverizaciones foliares de Cloruro Potásico frente a
olivos no tratados y otros a los que únicamente se aplicó Cloruro Potásico. Se
realizaron dos tratamientos, en abril y a principio de junio, y se tomaron
muestras de hoja a final de junio y a mitad de julio. El ClK aumentó de
forma significativa el contenido de K en hoja con respecto a los árboles
no tratados y, tanto la adición de urea (1%) como la de aminoácidos (0,25 l de
producto comercial/ 100 litros de caldo), aumentaron el contenido foliar de K
con respecto al de olivos a los que solamente se aplicó ClK (figura 3). La
edad de la hoja también tiene un papel importante a la hora de encontrar
respuesta a las aplicaciones foliares. Barranco y col., en 2010, observaron que
las hojas jóvenes de crecimiento del año (3-4meses), presentaron una mayor
absorción de nutrientes que las hojas viejas del año anterior y que las hojas
de crecimiento del año tomadas en otoño.
Conclusiones
En resumen, las
aplicaciones foliares en olivar pueden ayudar a corregir las carencias de Potasio
en suelos calizos y arcillosos (tanto en riego como en secano), y
contribuyen a aportar a la planta una parte importante de las necesidades. Dichas
aplicaciones foliares pueden realizarse con Nitrato Potásico, Cloruro o Sulfato
Potásico a concentraciones de 1,5 a 2,5% p/v en primavera, verano y otoño,
aprovechando los tratamientos fitosanitarios (repilo y prays).
Figura 3: Contenido de potasio en hoja para los diferentes
tratamientos en las dos fechas
de estudio.
Ref. : Basada en artículo científico de Victorino Vega y Juan Carlos Hidalgo. IFAPA
“La fertilización
potásica por vía foliar en olivar”.
Fecha |
Revisión |
Tema |
Realizado |
Autorizado |
Mayo 2020 |
1 |
Abonado del olivo / Abonado potásico |
J.L.C.S./ F.N.G. |
C.Cooperativa Virgen de la Sierra DE Cabra |
Store
Find us
© 2020 Cooperativa Olivarera Virgen de la Sierra de Cabra S.C.A. / Web design: Prodainfor SL
Utilizamos cookies propias y/o de terceros para mejorar los servicios que te ofrecemos y elaborar información estadística a través del análisis de tu navegación, conforme a nuestra politica de cookies. Si continúas navegando, aceptas su uso.